domingo, 6 de diciembre de 2015

vampiros & elefantes

quizá nunca nadie te haya contado esta terrorífica historia, quizá por miedo a que se te quedase pegada a la carne y te succionase hasta el alma. Quizá por miedo a convertirte en uno de ellos, en un sediento despojo humano vacío por dentro. Quizá leerla te evoque sensaciones que nunca habías pensado, esas que habías leído en los libros, asociadas a los antagonistas, pero que nunca creerías sentir tú mismo. En tu cabeza. 
Siento la advertencia tan brusca, pero a mí nunca nadie me avisó. Si bien es cierto que tampoco la descubrí en uno de esos relatos, nadie tuvo consideración de explicarme que podría convertirme en un succionador de vidas, un dependiente, un sediento. Así que más vale que te advierta.


Existió, hace mucho tiempo, un joven como otro cualquiera. Pasaba las tardes existiendo, sin más. Vivía con sus más y sus menos, sus sueños a medio hacer y sus metas sin acabar. Era un muchacho más, en un pueblo venido a menos. Un muchacho tan inocente que ni siquiera fue capaz de ver lo que estaba por venir. Este mismo muchacho (llamémosle Muchacho), nunca había experimentado nada que saliese de su zona de confort, nunca había roto ni una de las reglas que le habían sido impuestas, siempre había acatado y obedecido tal y cómo le decían. Pero en todo nunca, siempre hay un hasta.
Y su hasta fue una de las casualidades más bonitas, una que conté anteriormente pero que ahora no vienen al caso. Dejémoslo en que conoció a un elefante.
Sí, un elefante. Uno chiquitín.
Bueno, no lo conoció, lo vio. Al otro lado del río. Y le fascinó. Hasta el punto de plantearse si su fascinación era lo suficientemente fuerte como para atravesar el río y acercarse a él. Como he dicho, Muchacho era un chico muy obediente y sabía mejor que nadie que estaba completamente prohibido cruzar al otro lado del río... pero ese elefante. Ese pequeño elefante le creaba tanta fascinación que no era capaz de contenerla en su cuerpo. 
Le quería. No sabría explicaros cómo, pero le quería.
Podríamos dialogar sobre por qué ese elefante y no cualquier otro y posiblemente la solución a esa incógnita sería que los otros elefantes le imponían el suficiente respeto como para no tener permitido que se fijasen en ellos, pero ese diálogo no viene al caso, porque era él y no hacen falta más explicaciones.
Muchacho le observó, con una mezcla de miedo y deseo. Y no fue consciente de lo que hacía hasta que el frío del agua del río entraba por los poros de su piel. Y mentiría si dijese que la sintió. Porque cuando cruzó el río y vio de cerca lo fascinante que era aquel pequeño elefante, supo que había valido la pena saltarse todas las normas.
Se pasaron la tarde hablando. El elefante también se había fijado en él y Muchacho no entendía qué tenía él de especial para que alguien pudiese fijársele, pero muy en el fondo de su corazoncito, ese hecho le alegró.
Fue fantástico conocer a Elefante, mantuvieron una conversación tan llena como nunca Muchacho había tenido, pero como he dicho, todo nunca tiene su hasta. Y el hasta, en este caso, fue el atardecer. Elefante tenía que volver.
-Un placer haberte conocido, Muchacho- dijo el pequeño elefante.
Él no dijo nada, se limitó a acercarse poco a poco a él. Elefante estaba sorprendido.
Y ahí estaban, un humano y un elefante a pocos centímetros el uno y el otro. Con miedo y fascinación al mismo momento. Queriéndose, ambos, pero de maneras distintas.
Y entonces fue cuando Muchacho le incó el diente y le mordió con la fuerza suficiente como para atravesar la dura piel de un elefante. Elefante no fue capaz de apartarse, solo de gritar, un gritó seco que se acalló poco a poco. 
Y Muchacho succionó hasta la última gota de su sangre. Era la primera vez que la probaba y sabía que, desde ese momento, no viviría para otra cosa que no fuera morder. 
Y, cuando se sació, dejó a Elefante medio moribundo en la hierba, gritando de dolor cosas inentendibles y, a mi parecer, algo exageradas. Mientras, Muchacho, se limpiaba la sangre de su ropa en el río, de camino a casa. 
Había sido un día fantástico.

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