miércoles, 6 de abril de 2011

Fidelidad y otros mitos

Cuando Jonh abrió la puerta se dio cuenta de que todo había cambiado.
Llevaba varios años en la guerra, matando gente por su país, por su patria. Ocultado en trincheras, pendiente de posibles ataques enemigos. Su vida había cambiado totalmente aquel 26 de febrero. Su vida era totalmente distinta. Ahora, en vez de preocuparse de pagar las facturas, tenía que comprobar si había munición en su arma. En vez de temer que entrara un ladrón, tenía que temer el disparo enemigo.
Un disparo que, aunque no había sentido en la guerra, lo había sentido al cruzar el marco de la puerta de su casa.

Los muebles del recibidor eran distintos de como los conocía. ¿Dónde estaba la foto que tenían él y su esposa? ¿Qué hay de la decoración que habían comprado juntos? Bueno, no importaba, lo realmente importante era volver a ver a su mujer, después de tanto tiempo.
Caminó con sigilo por toda la casa, pero parecía no haber nadie. Había ocultado su vuelta al país para dar una sorpresa a sus seres queridos y ya se comenzaba a imaginar la cara que se le quedaría a su mujer al verle.
Entonces, se oyó el sonido de la puerta al abrirse y, Jonh caminó con nerviosismo hacia ella.
De ella entraba un hombre, de más o menos su edad, con el pelo oscuro y con un pendiente en la oreja, cogido de la mano de su mujer.
Su alma se congeló en el tiempo y su corazón pareció dar un vuelco de 360º.
-John- pudo pronunciar su mujer, antes de que el joven se marchara de la casa, dando un portazo, para no volver nunca más.

1 comentario:

  1. segime y yo te sigo :)http://vivvirsolocuestavida.blogspot.com/

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