Vuelo.
Vuelo y siento que no me importa nada. Que no hay más vida que el aire que golpea mi cara. Que no hay pesadillas, no hay preocupaciones. Vuelo y siento que lo único que existe es el amor y, que éste, no trae quebraderos de cabeza irresolubles que para lo único que sirven es para crearte falsas especulaciones.
Vuelo y siento que esta experiencia es magnífica, que no existe nada más. Vuelo y cierro los ojos mientras mi pico resquebraja las bocanadas de viento que golpean mi cara. Noto la necesidad de parar el tiempo, de detenerlo en este momento y vivirlo hasta la eternidad. Como aquel beso apasionado en la playa donde sientes que puedes volar, que puedes tocar la bóveda celeste con las yemas de tus dedos.
Vuelo y siento como caigo. Al vacío. Despego mis alas del cuerpo en posición horizontal. Como un ángel divino que cae del cielo. El precioso atardecer ilumina mi figura aproximándose al suelo firme.
Abro los ojos. Surgen en mi sentimientos contrarios: desesperación, agobio, preocupación, agonía... Voy directo al suelo. Voy a morir.
Abro mis ojos lentamente. Observo una pared de rocas y un gran agujero en el centro de ésta por donde entra la luz de la luna. Ya ha anochecido.
¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?
Me percato de que mi plumaje está húmedo. Estoy en la orilla de lo que parece ser un pequeño lago. Sí, eso explicaría por qué sigo con vida y por qué no me duele ni un solo hueso. El lago ha amortiguado mi caída.
Me pongo en pie. Sacudo todo mi cuerpo intentado secarme.
He aterrizado en una extraña cueva con un agujero en el techo y un pequeño lago.
Cierro los ojos.
Mi vida ha corrido peligro, pero esa experiencia... el cúmulo de sentimientos agradables que sientes cuando alzas el vuelo...
Sí, es cierto que he estado a punto de morir, pero cuando estás en el aire, cuando sientes que el mundo es tan pequeño, tienes la sensación de que no todo en la vida es sufrimiento, que la vida te regala pequeñas cosas que tienes que aprovechar. Por eso sé, que en cuanto tenga oportunidad de poder echar a volar, lo haré sin dudar, con los ojos cerrados.
Escribo esto ante una pantalla de ordenador. Una pantalla que observa todos y cada uno de los movimientos que hago aquí. Escribo esto clavando mis dedos en las teclas de un teclado. Un teclado lleno de letras y números que me hacen expresar lo que pienso. Escribo esto junto a una charca, iluminado por la ténue luz de la luna y escuchando una dulce melodía de piano. Escucho esto junto a una rana que no para de croar. Me encuentro en el paraíso, en mi paraíso.
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Con el final me has atravesado un poco el corazón y todo!! ^^
ResponderEliminarSin duda, me encanta! Eres genial ;)
ResponderEliminarOooh me encanta! Te sigoooo :)
ResponderEliminarPasate si quieres y tal y opinas :D
www.martasolohayuna.blogspot.com
Me encanta. Es una de esas historias que te atraviesan. Es precioso.
ResponderEliminarYo también te sigo! Te voy a leer mucho!! :3
Sigue escribiendo así.
Un besote!
Hola,escribes muy bien, pasare seguido por la cueva de la rana!
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