lunes, 23 de mayo de 2011

El mayor milagro de la humanidad

Abrí los ojos de golpe.
Un fuerte dolor obstruía mi cabeza.¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?
Mis ojos, poco a poco, se acostumbraron a la fuerte luz que había en aquella sala. Tenía sus paredes teñidas de una tonalidad blanca y una luz muy luminosa en el techo.
¿Qué era eso... un quirófano?
Me sentía débil, muy débil. Ni siquiera podía levantar la cabeza ni mover mis manos. Estaba seguro que lo único que podía hacer en aquel momento era abrir y cerrar los ojos.
Me equivocaba.

Pude mover la cabeza al oír un ruido. Una mujer rubia y con unas extrañas gafas entraba desde una puerta que estaba situada a mi derecha.
-Veo que ya te has despertado- dijo la extraña mujer que vestía una bata blanca.
Intenté pronunciar alguna palabra, pero de mi boca tan solo salían balbuceos.
-No te preocupes, no es necesario que hables. Al menos no por ahora- pronunció la mujer -Necesitamos que veas esto...
Y, casi sin acabar de pronunciar la frase, apretó un extraño botón situado justo al lado de mi cara. Inmediatamente, la camilla comenzó a moverse. Abrí los ojos como platos.
Pude observar mi cuerpo -si es que podía llamarlo así- rodeado de cables y circuitos extraños. Aparatos que en la vida había visto y que se adaptaban a la perfección en mi cuerpo. ¿Era un... robot?
-Se podría decir que eres lo más parecido a un milagro que se ha podido ver en la historia de la humanidad- dijo la mujer y se dispuso a contar la historia que aclararía todas mis dudas: -Ibas en moto. Tenías tan solo 20 años. Era una noche de niebla, una niebla densa que cubría toda la carretera. Un confiado conductor, había apretado más de la cuenta el acelerador. El choque fue brutal. El conductor falleció en el acto, tú, en cambio caíste aún con vida al asfalto. La ambulancia llegó tarde. Aún así, cuando te encontraron, estabas aún con vida. Intentaron reanimarte, te llevaron al hospital más cercano. Los doctores tiraron la toalla. Tenías pocas posibilidades de sobrevivir y si lo conseguías, quedaría paralítico de por vida. En ese momento aparecimos nosotros, la CEA. Sí, es cierto, experimentamos contigo, pero tú eras el principio de algo que podía ser muy grande, Peter.
Fijé la vista en la blanca pared mientras asimilaba toda aquella extraña información. La historia que contaba aquella doctora no parecía ser mi historia. Bueno, lo cierto era que no recordaba nada. Y eso era lo más extraño: No recordaba nada. Si no llega a ser por esta mujer ni siquiera sabría como me llamaba. Peter. Y, en ese momento, me percaté del extraño calendario que había colgado en la pared del quirófano. En letras rojizas y grandes marcaba claramente: ENERO de 2024. ¿2024? ¿Cuánto tiempo había pasado en coma?
-Te estarás preguntando que ha ocurrido con tu cuerpo...- dijo la mujer interrumpiendo mis pensamientos y clavando sus pardos ojos en los míos. Era una mirada intimidante, extraña. Solo recordarla, ahora, dos años después, me produce escalofríos.
Asentí con dificultad.
-Digamos que tu cuerpo real... no existe. No servía para nada. La única manera de que volvieras a moverte era un trasplante de cuerpo. Por eso la CEA pensó en ti como el primer "ciborg" de tierra. Con tu cerebro puedes controlar absolutamente todo tu cuerpo robótico. Absolutamente cualquier extremidad sin necesidad de más ayuda que tu propio pensamiento. Al igual que cualquier humano.
La mujer movió su mano para coger un objeto que tenía en el bolsillo trasero del pantalón y, sin ni siquiera dejar tiempo para asimilarlo, asestó cuatro disparos, con el artefacto que acababa de coger, que fueron a parar directamente a mi pierna.
Grité de dolor inconscientemente y mi presión sanguínea se disparó a toda velocidad.
La extraña mujer soltó una carcajada, aún con la pistola entre sus manos. Y, mientras escuchaba mis gritos de dolor, susurró:
-Bienvenido a la CEA, Peter.

1 comentario:

  1. ¡Está muy bien! Te sigo!!
    te dejo el link de mi blog, espero que te guste tanto como a mí el tuyo!=)
    http://lauravenzal.blogspot.com/

    ResponderEliminar