miércoles, 26 de enero de 2011

A los pies del árbol rojizo

-¿Está grabando ya?- preguntó el abuelo después de haber pulsado el botón rojo de la grabadora.
La chica que se encontraba a su lado asintió.
-Bien- dijo el anciano -Ahora, os contaré una historia muy antigua, una historia que me gustaría que recordaseis y contaseis a vuestros hijos. Esta historia empieza así:
El hombre tragó saliva y comenzó a narrar el cuento:
-Erase una vez, un pequeño pueblo llamado... llamado...- dudó un instante -Bueno, francamente no recuerdo cual era el nombre del pueblo, pero no es relevante. Pues, en aquel pueblo, había caído una poderosa tormenta cargada de lluvia y de rayos. Unos rayos poderosos, destructores, como nunca antes había visto en aquel pueblo. Un poderoso rayo, había destruido por completo el árbol milenario de la ciudad, el único medio por el que recibían turistas. Y sin turistas, no había beneficios. sí que el pueblo comenzó a caer en una crisis económica. Un hombre, dueño de una granja, decidió plantar dos pequeños arbolillos en el lugar donde había estado el árbol milenario. Y así lo hizo, extrajo dos semillas de árbol, y las plantó en el sitio acordado. El  pueblo comenzó a perder habitantes ya que la gente decidía marcharse a la ciudad. Hasta que, en aquel pueblo, solo quedaba la granja del señor que había plantado los árboles. El granjero vio morir a todos sus animales y, diéndose por vencido, decidió marcharse a la ciudad, al igual que su antiguos vecinos.Y así, los dos arbolillos quedaron solos. Crecieron juntos, el uno con el otro, acompañándose simplemente con su presencia. Pero aquellos árboles no eran normales. Uno de ellos, comenzó a sacar hojas en color rojizo como el fuego y entonces...-
El abuelo comenzó a toser bruscamente. La chica rubia que se hallaba a su lado le dio cuatro golpecitos en la espalda, pero el anciano no paraba de toser. Cada vez era más y más fuerte y la chica comenzó a asustarse.
-Es.. estoy... bien... puedo  seguir- dijo el anciano con dificultad.
Los tosidos remitieron
El abuelo tomó aire y lo expulsó lentamente.
-Grábelo- dijo la mujer rubia -pronto volverá el ataque de tos y ese... es posible que... se el definitivo
-Esta bien- dijo el hombre aclarándose la garganta.-Como decía, aquellos árboles no eran normales. Si hubieran sido dos muchachos, habrían estado peleando todo el día. Una mañana, un excursionista que pasaba por allí, observó el rojizo del árbol y quedó alucinado al ver su color. >>Nunca antes he visto nada igual<< dijo asombrado. El árbol normal, comenzó a sentirse celoso del árbol rojizo y, decidió, cambiar sus hojas a tonos azulados. Se esforzó tanto que lo consiguió. A la mañana siguiente, había centenares de personas observando el árbol azulado mientras que el árbol rojizo, pasaba desapercibido por todos. La gente comenzó a instalarse a vivir allí, junto al árbol azulado y así, el pueblo volvió a resucitar. Pero, meses más tarde, el montañero que había descubierto los árboles volvió donde los había encontrado. Observó al árbol azulado. >>¿No es maravilloso?<< le dijo el pueblo. El excursionista no dudó: >>Sí, es extraño, pero si no hubiera sido por aquel árbol rojizo, nunca habrías descubierto este árbol<< El pueblo se calló de repente. >>Es posible que los tonos del árbol rojizo sean más comunes, pero, hace unos meses no lo fueron para mi, me quedé tan impresionado o más que cuando vosotros observasteis el árbol azul. Por eso, no le veo la importancia que le dais a ese árbol cuando realmente, el importante, es el rojizo<< La gente comprendió. Orgullosa y agradecida, llamó al pueblo: "Redtree" y nombró, al explorador, el nuevo presidente de la comunidad. Y, colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Y el anciano volvió a pulsar el botón rojo para parar la grabación.
-Bonita historia- dijo la chica -Pero no entiendo el porqué de esto ahora.
-Simplemente porque es el origen, el origen de todo- dijo le anciano -Sin esta historia, nunca podría haber llegado donde estoy ahora y, posiblemente usted no habría nacido.
-No lo entiendo
-Tampoco intento hacerla entender, simplemente quiero que entierre esto en esta dirección. Quizás, cuando vaya allí lo entienda todo o puede que no entienda nada. Su misión es esa. Lo haría personalmente pero... ya ve, estoy indispuesto.
-Yo lo haré, señor Edward, lo enterraré personalmente si el lo que desea.
-Es lo único que deseo ahora, lo único que realmente, le ha dado sentido a mi vida.

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